jueves, 18 de septiembre de 2008

Carta de los docentes de la cátedra de Literatura Latinoamericana II

Carta de los docentes de la cátedra de Literatura Latinoamericana II dirigida al Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA en referencia al concurso de profesor titular de esa materia, llevado a cabo el 28/8/08.
Buenos Aires, 17 de septiembre de 2008

Sr. Decano de la
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad de Buenos Aires
Dr. Hugo Trinchero
S/D

En nuestro carácter de docentes integrantes de la Cátedra de Literatura Latinoamericana II del Departamento de Letras de esta Facultad, hemos asistido, la mayoría de nosotros, el 28 de agosto pasado, al concurso para el cargo de Profesor Titular de esa cátedra, en el que se postularon dos compañeros, el Dr. Roberto Ferro y la Dra. Susana Cella, con quienes algunos de nosotros hemos compartido más de 20 años de docencia e investigación.

En vistas del sorprendente dictamen emitido por el Jurado de dicho concurso, el día 28/08/08, y en tanto formados especialistas en los temas expuestos, entendemos nuestra responsabilidad de dirigirnos a Usted, y por su intermedio a los miembros del Consejo Directivo de nuestra Facultad, para informarlo de lo siguiente:

I. Entrevistas

1. En relación con la instancia de la Entrevista Personal realizada al Dr. Roberto Ferro nuestra sorpresa responde a varios factores:

a. En el dictamen del Jurado se afirma que el postulante leyó una síntesis de su currículo, del plan presentado y de su historia académica en la cátedra.

Es evidente para quienes presenciamos la entrevista que el Dr. Ferro no leyó una síntesis curricular ni hizo un relato de su historia académica como miembro de la Cátedra de Literatura Latinoamericana II, sino que realizó un desarrollo articulado y preciso acerca de algunas de sus actividades académicas particularmente destacables de los últimos años y enfatizó especialmente la importancia de su pertenencia a un equipo de trabajo. En este sentido, el Dr. Ferro destacó su labor como co-director de Proyectos de Investigación UBACyT dedicados a la literatura latinoamericana, en los que ha participado y participa el equipo de la cátedra, destacando asimismo la importancia de valorar y articular los intereses específicos de los docentes investigadores. Dio ejemplos de esta interrelación necesaria para el crecimiento de un trabajo de cátedra y consideró que los Seminarios de Especialización Internos de la cátedra son “el referato más inmediato” del trabajo de los miembros de un equipo docente. Asimismo, subrayó la importancia de ese trabajo para su propia formación y la consolidación de una visión general del campo literario, fundamental para el rol de un Profesor Titular. Enfatizó en este sentido la importancia de la relación entre Proyecto de Investigación, Seminario de Especialización Interno y dictado de la materia. En el marco del desarrollo de sus actividades académicas, el Dr. Ferro señaló asimismo su labor en la formación de recursos humanos (algunos de los cuales son actualmente miembros de la cátedra) destacando la dirección de tesis doctorales, la supervisión de adscriptos y la dirección de becarios como un complemento indispensable de la excelencia de la tarea docente y de investigación.

b. En el dictamen del Jurado se dice que el postulante Señaló la continuidad de un proyecto del cual forma parte, sin proponer ningún cambio sustancial.

En el marco de lo dicho en el punto a., semejante declaración del Jurado se nos presenta, por lo menos, como desatinada. El dictamen presenta la continuidad de un proyecto en marcha, del que el Dr. Ferro fue artífice privilegiado (formando recursos, co-dirigiendo, discutiendo propuestas) como un demérito. Pareciera que para el Jurado el “cambio” de un proyecto docente y de investigación fuera la condición necesaria de un titular, aun al precio de contradecir la propia y fructífera trayectoria de trabajo intelectual. En este sentido, es evidente que tanto el vínculo entre docencia e investigación, como la pluralidad de enfoques y la formación sostenida son valores que se posibilitan y se resguardan como se merecen en la medida en que podemos asegurar su continuidad. No se entiende entonces su desvalorización por parte del Jurado.
Además, el Dr. Ferro expuso a continuación su perspectiva del objeto de estudio, perspectiva que el dictamen del Jurado simplifica y cuya originalidad no destaca. El Dr. Ferro definió la literatura latinoamericana como un “corpus abierto”, que requiere ser pensado más allá de una mera sumatoria de literaturas nacionales. En ese sentido, el Dr. Ferro definió la literatura latinoamericana como una configuración plural en la que, además de los fuertes espacios nacionales, coexisten tres sistemas de temporalidades múltiples (culto, popular e indigenista). La coexistencia no siempre armoniosa y el entramado tanto geográfico como cronológico de los tres sistemas fueron presentados como un modo de abordar la literatura latinoamericana en torno a “problemas” articuladores en lugar de apelar a criterios historicistas o enciclopedistas que resultan casi siempre simplificadores. En este sentido, el Dr. Ferro subrayó la necesidad correlativa de trabajar con “zonas culturales”.
Resulta destacable, además, que a partir de algunas de las tramas conceptuales que podemos encontrar en los proyectos de investigación y en los programas de la cátedra de años anteriores, el Dr. Ferro diseñó una relectura de ese entramado que, nítida y precisa, fue sustancialmente novedosa respecto de la tradición crítica de los estudios latinoamericanos. Lo cual abona lo dicho previamente en relación con la preservación del valor de la continuidad en proyectos académicos.
Además, el Dr. Ferro agregó que esa perspectiva múltiple y dinámica que describía permitiría la inclusión de textos contemporáneos a partir de una reflexión acerca de la construcción del canon. Presentó el trabajo de la academia como central para esta construcción (y ejemplificó con el lugar cardinal que tuvo la cátedra en la difusión y el estudio de la obra del chileno Roberto Bolaño). En el mismo sentido, señaló la necesidad de construir “agendas” propias, en diálogo permanente, pero independientes de otros centros académicos.

c. En el dictamen del Jurado se dice que el postulante Se refirió a los intereses de los integrantes del equipo así como de los alumnos.

Esta escasa mención del Jurado no expresa las reflexiones respecto del equipo de trabajo que realizó el Dr. Ferro y que ya hemos señalado. Tampoco da cuenta de sus propuestas docentes ni de su concepción de la relación entre el objeto de estudio, la actividad docente y los estudiantes. En este sentido, el Dr. Ferro explicitó cuestiones acerca de las problemáticas de la enseñanza de la literatura, definió la lectura como un “placer difícil”, cuya densidad debe ser explorada en el trabajo docente, reflexionó sobre la articulación entre lectura y escritura y la función epistémica de esta última en el contexto de una formación de grado, realizando un desarrollo acorde con una visión global de la problemática propia del cargo para el cual estaba concursando.

d. En el dictamen del Jurado se dice del postulante que A las preguntas realizadas en relación con la formulación de un programa para el dictado de la materia respondió que se elaboraría en torno a problemas sin llegar a concretar una propuesta explícita y tampoco hubo una posición nítida con respecto a las literaturas nacionales.

Quienes asistimos a la entrevista encontramos desconcertante este enunciado. Interrogado por uno de los jurados acerca del modo de formular un programa, el Dr. Ferro expresó que, en la articulación de los programas de la materia, esa elaboración “en torno a problemas” debía pensarse necesariamente en la convergencia entre investigación y docencia, señalando, además, como ejemplo, algunos de los programas abordados por la cátedra en los últimos años.
Otro jurado peguntó acerca del lugar que la literatura brasileña tiene en el desarrollo de la materia. El Dr. Ferro respondió que la literatura brasileña, por cuestiones curriculares, no es parte central de los estudios llevados a cabo por la cátedra, pero que es necesaria su consideración a la hora de desarrollar los programas. Respecto de este punto, nos llama la atención que al tiempo que se desconozca por parte del Jurado la existencia de la Cátedra de Literatura Brasileña y Portuguesa en el Plan de Estudios de la Carrera de Letras, se destaque luego en el dictamen que la Dra. Cella “Manifiesta inquietud en interés por el plan de la carrera y su modificación”.
Ante la pregunta acerca del modo de articular el estudio de literaturas nacionales, el Dr. Ferro respondió que el modo deseable de aproximarse a ellas es pensarlas en sus intercambios tanto con la literatura latinoamericana en general como con lo que presentó como “zonas culturales” (andina, del Río de La Plata, etc.). Algo que, por otra parte, insistía y completaba coherentemente la idea que ya había expuesto acerca de la literatura latinoamericana como coexistencia de una configuración plural en la que además de las literaturas nacionales interactuaban sistemas y zonas específicos. (ver punto a).
Las declaraciones del Dr. Ferro fueron, como puede verse por lo expuesto, específicas y nítidamente formuladas, apelando en su respuesta a bibliografía tanto clásica (Ángel Rama) como contemporánea (los últimos textos de Antonio Cornejo Polar).

2. En relación con la instancia de la Entrevista Personal realizada a la Dra. Susana Cella queremos señalar lo siguiente:

a. En el dictamen el Jurado afirma que la postulante Problematiza el nombre de la materia y hace alusión a los fenómenos culturales incluidos en dicho nombre. Hace una inteligente referencia a la tensión entre lo subcontinental y lo nacional. Retoma el concepto de especificidad que prefiere al de identidad y da sólidas razones que sustentan su postura. Se refiere a la tensión entre tradición y ruptura, explicitando que no hay tradición homogénea, que es dinámica y plural. Relaciona el concepto de transculturación con la inmigración y con los momentos de confluencia.

Para quienes presenciamos la entrevista de la Dra. Cella parece probable que el sintagma “problematiza el nombre de la materia y hace alusión a los fenómenos culturales incluidos en dicho nombre” se refiera a las líneas que continúan el párrafo, puesto que las referencias al objeto de estudio de la materia se agotaron en las menciones del dictamen. Así, probablemente la “problematización” se refiera a los pares Unidad/diversidad, tradición/ruptura, al concepto de “especificidad” y al de “transculturación”. Efectivamente, la postulante se refirió a todos estos puntos, señalando por ejemplo, que el estudio de la literatura latinoamericana debe atender tanto al desarrollo continental como a las diversidades nacionales. Cuando se refirió al concepto de “especificidad”, la Dra. Cella afirmó que es necesario atender a la especificidad literaria de los fenómenos y su relación con procesos externos a la literatura. Cuando se refirió al concepto de “transculturación” ejemplificó con el caso del boom de la narrativa latinoamericana y con el desarrollo de las vanguardias en el continente. Llamó a estos fenómenos “momentos de confluencia”.
No queda claro, sin embargo, por qué el Jurado, que exige del postulante Ferro “innovaciones substanciales”, afirma que es una “inteligente referencia” la mención a la tensión entre literaturas nacionales y literatura latinoamericana, tensión fundante en el campo de nuestros estudios y en ningún sentido novedosa. Más aún, referirse a esta tensión en los términos en los que lo hizo la postulante podría no ser muestra de inteligencia, sino de aplicación escolar, en la medida en que no exploró ninguno de los dos conceptos. Los mismos reparos pueden realizarse con respecto a sus otras afirmaciones señaladas. El concepto de “especificidad literaria” pertenece al herramental básico de la teoría literaria, y no resulta claro por qué una postura que pertenece a la más consensuada tradición crítica debería destacarse por sus “sólidas razones”. Lo mismo puede afirmarse de la idea de que la tradición es un objeto “dinámico y plural”. En el mismo sentido, los “momentos de confluencia” son lugares visitados toda vez que se presentan fenómenos sincrónicos en la historia de la literatura latinoamericana.
Considerar estas declaraciones como una “problematización” y presentarlas como argumento para dictaminar la idoneidad de la postulante para el cargo de titular de cátedra implica privilegiar la doxa antes que la reflexión crítica sobre los procesos que constituyen nuestro campo de trabajo.

b. En el dictamen el Jurado dice que la postulante destaca cómo se formula un programa y la importancia que reviste la selección de contenidos para los futuros graduados. En la instancia de investigación alude a su propio trabajo, a la tarea de recortar un hábeas [sic] y de interrumpir una continuidad. Toma posición frente a la idea de un canon y rescata la necesidad de dar cumplimiento a la lectura de textos fundamentales. Hace precisiones teóricas de gran relevancia para el desarrollo de la materia, por ejemplo, cortes transversales como el de barroco americano.

Quienes presenciamos la entrevista no encontramos otros señalamientos sobre “cómo se formula un programa” que la “necesidad de dar cumplimiento a la lectura de textos fundamentales”. En este sentido, la Dra. Cella afirmó que la función de la cátedra en el ciclo de grado es dar una visión panorámica de la literatura latinoamericana y que la visión específica de los diferentes fenómenos debe ser materia de seminarios. También afirmó que es necesario realizar recortes en la continuidad del corpus de trabajo (desconocemos el sentido de “hábeas”, pero imaginamos que el dictamen se refiere al “corpus”), y que dichos cortes son una necesidad epistémica.
El dictamen del Jurado evidentemente desconoce la tradición de trabajo de la Cátedra de Literatura Latinoamericana II, que desde 1987, bajo la titularidad primero del Dr. Jitrik y de la Dra. Manzoni luego, siempre ha ordenado sus programas por problemas, antes que por épocas o autores. Sólo este desconocimiento de los programas de la materia, autoriza la incongruencia de que se le demanden al Dr. Ferro “cambios substanciales” en el proyecto de cátedra y que no se le haga el mismo señalamiento a la Dra. Cella. Por otra parte, la necesidad de “dar cumplimiento a la lectura de textos fundamentales” sugiere que el trabajo con tendencias que todavía no han entrado en el canon de la literatura latinoamericana (es decir, tendencias todavía no sancionadas como “fundamentales”) no debe ser parte de los cursos de grado. Así, “tomar posición frente a la idea de canon” es simplemente plegarse a él, glosar lo que los manuales de literatura aseguran que es la literatura latinoamericana. Así presentada, la labor de una cátedra universitaria es una mera repetición. En efecto, semejante idea de “cómo se formula un programa” elimina las posibilidades de que los estudiantes cuestionen los saberes recibidos y discutan la pertinencia de un canon. La necesidad de que esta discusión se dé en una materia del tronco común de la Carrera de Letras resulta aún más importante que su desarrollo en los seminarios de la especialización justamente porque es allí donde los estudiantes adquieren con mayor intensidad sus herramientas teóricas y críticas. ¿Hace falta agregar que es la capacidad crítica que los alumnos de nuestra Facultad y de nuestra Universidad adquieren en el grado lo que los distingue en otros ámbitos académicos nacionales e internacionales?
Como señala el dictamen del Jurado, la Dra. Cella sólo se refirió a sus investigaciones, sin hacer ninguna referencia a su participación en los proyectos de investigación de la cátedra (en los que participó de 1987 a 2004) o a su inclusión en el equipo de trabajo. Esta ausencia sugiere que para la postulante el trabajo de colaboración en equipo no es relevante para el desarrollo de una investigación ni para la planificación del trabajo de cátedra. Por un lado, esto redunda, en su exposición, en una falta de reconocimiento hacia planteos que son el producto de una elaboración conjunta de la Cátedra de Literatura Latinoamericana II antes que el resultado de una inteligencia personal que (“Hace precisiones teóricas de gran relevancia para el desarrollo de la materia”), como atestigua el ejemplo citado de la organización del programa por “cortes”). Por otro lado, sugiere que los contenidos de un programa, que deberían ser el producto del intercambio entre las diferentes investigaciones que se llevan a cabo en una cátedra universitaria, brotan o se imponen como decisión unilateral del titular. El hecho de que la Dra. Cella no haya mencionado el trabajo de ninguno de los miembros de la cátedra de la que es parte desde hace más de veinte años y de que haya denominado a nuestro lugar de trabajo “Instituto de Literatura Latinoamericana”, cuando su nombre es “Instituto de Literatura Hispanoamericana”, es prueba de la distancia con que la Dra. Cella considera el trabajo del equipo del que forma parte. Distancia que se ha ido manifestando en su ausencia desde hace años de las Jornadas Anuales de Investigación del Instituto de Literatura Hispanoamericana en el que residen nuestros proyectos, en su acotada presencia en las actividades de la Cátedra de Literatura Latinoamericana II y, fundamentalmente, en su diversificación de especialización profesional: como lo señala el dictamen del Jurado, la Dra. Cella “hace entrega de actualización de antecedentes los cuales se refieren a su labor docente como profesora asociada interina en Literaturas eslavas”, disciplina, como es evidente, poco afín al campo de la literatura latinoamericana.

c. En el dictamen del Jurado se dice que la postulante Planteó la necesidad de hacer una evaluación y autoevaluación al final de la materia.

Efectivamente, la Dra. Cella señaló la necesidad de llevar a cabo una labor de evaluación tanto por parte de la cátedra como por parte de los estudiantes.
En este sentido, indicó que el bagaje cultural de los alumnos ingresantes es pobre y que debería mejorarse el bajo nivel cultural con el que vienen de la escuela secundaria. Ilustró el punto contando una anécdota sobre un estudiante que, en una exposición sobre la ruptura vanguardista, levantó la mano y preguntó qué era el modernismo hispanoamericano. El relato produjo expresiones de espanto en el Jurado, pero no le permitió analizar que el supuesto relevamiento e interés serio en plantear una evaluación y autoevaluación de cátedra se redujo al comentario de “charlar con los alumnos”, o “saber qué tienen ganas de leer”. Este planteo vago y difuso que la postulante llamó varias veces “trabajo de campo”, y que es señalado en el dictamen, omite que la Cátedra de Literatura Latinoamericana II viene realizando, desde hace muchos años, al comienzo y finalización de las cursadas, una organizada tarea de evaluación, tanto respecto de la formación con la que llegan los alumnos, como de sus consideraciones finales respecto de las instancias de trabajos prácticos y clases teóricas. Cabe señalar también en el planteo de la Dra. Cella la inexistencia de una formulación tanto respecto del rol docente en relación con esos deseos de los estudiantes, como de una concepción global del problema como titular de cátedra. Por otra parte, las reflexiones de la postulante con respecto al nivel académico de los ingresantes no tuvo más sustento que su experiencia personal. En efecto, la Dra. Cella no presentó estadísticas que avalaran una opinión que, por lo demás, parece sólo el producto del sentido común.

d. En el dictamen el Jurado dice que la postulante Respondió ampliamente a las preguntas formuladas, ampliando puntos esbozados con anterioridad. Manifiesta inquietud e interés por el plan de la carrera y su modificación.

A quienes asistimos a la entrevista nos resulta incomprensible el adverbio “ampliamente”. Interrogada por uno de los Jurados acerca de cómo hacer para registrar el interés de los estudiantes, la Dra. Cella respondió que había que preguntarles qué tenían ganas de leer. Ante la pregunta, realizada por otro de los Jurados, sobre cómo subsanar las carencias con las que los estudiantes entran a la Carrera de Letras, la postulante propuso recomendar bibliografía para los principiantes e implementar talleres para los más avanzados.
Ninguna de estas respuestas resultan “amplias” con respecto a lo “antes esbozado”. Antes bien, nos parece, en el primer caso, una afirmación que contiene las mismas dificultades operativas que su propuesta de “charlar con los alumnos”: la Dra. Cella no especifica cómo la cátedra debería procesar lo que los alumnos tienen ganas de leer. En el caso de la segunda respuesta, su enunciado resulta difuso ya que no se señala qué contenidos deberían impartirse en esos cursos.

Por último, queremos dejar constancia de que el Jurado tuvo una actitud distendida, casi amistosa hacia la postulante, completando las frases en las que no encontraba la palabra precisa. Finalmente, el Jurado, lejos de realizar preguntas específicas destinadas a subsanar lo que en el texto referido al Dr. Ferro se señala como carencias (programa, continuidad o innovación con el trabajo realizado, etc.) que, como hemos expuesto, no fue desarrollado por la postulante, sostuvo una especie de charla informal cuyos objetivos resultaron confusos y tampoco dejaron claros los modos innovadores que el Jurado manifiesta haber escuchado.

II. Prueba Oral

1. En relación con la instancia de la Prueba Oral del Dr. Roberto Ferro, el
dictamen del Jurado nos merece las siguientes aclaraciones:

a. Respecto del tema elegido y desarrollado por el Profesor Ferro “Horacio Quiroga: el cuento como eje de un nuevo lenguaje”, en el dictamen se asevera que la exposición “Parte de una noción de ‘lo nuevo’ que no amplía ni explicita demasiado”. Sin embargo, quienes presenciamos la Prueba Oral registramos claramente que el Dr. Ferro desde un primer momento se refirió a un concepto acotado y preciso de lo nuevo en relación con la escritura de Horacio Quiroga, definiéndolo como “aquello que implica una novedad con consistencia suficiente como para establecer una continuidad en la escritura literaria”. Dicha conceptualización fue expresamente retomada desde distintas perspectivas a lo largo de la clase, como, por ejemplo, en la diferenciación de la narrativa quiroguiana respecto del realismo en tanto preeminencia de la situación narrativa sobre la psicología del personaje y también en la vinculación con la irrupción del imaginario que arrastra lo cinematográfico. Todo lo cual vuelve inexacta la apreciación conclusiva del dictamen: “La cuestión de lo nuevo con lo que se partió y a la cual se le dio una gran importancia, no se retoma en ningún momento posterior de la clase”.

b. En el dictamen se dice que el Dr. Ferro “planteó la relación entre vida, literatura y experiencia de los límites, y esto se quedó en su mera formulación”. Sin embargo, no es “mera formulación” que el Dr. Ferro vinculara, como lo hizo explícitamente, la particular experiencia vital de Horacio Quiroga, en el cruce y yuxtaposición de selva y tecnología, con la específica exploración literaria implicada en la confluencia de la novela de la tierra y la técnica y velocidad de las vanguardias. Además, un valioso ejemplo de la argumentación intelectual desplegada en este punto se pudo registrar, condensada y potenciada, en la imagen de la moto en la selva. Es decir, la imagen de Horacio Quiroga atravesando la selva en moto ilustró en qué medida la experiencia de los límites es el centro de la experiencia narrativa quiroguiana y en qué medida pueden resultar insuficientes las categorías de naturalismo y vanguardia para analizarla.


c. En el dictamen del Jurado se concluye el detalle referido a la Prueba Oral del Dr. Ferro con la siguiente evaluación: no respondió a la situación del cuento en la literatura latinoamericana del presente. Tampoco terminó de explicar el concepto de entropía.

En relación con la primera carencia que se marca, además de que no fue formulada como pregunta sino que surgió como comentario a la exposición en curso, el Dr. Ferro cubrió ese horizonte de interrogación desde distintas aproximaciones al tema y dio cuenta de los alcances de la obra de Quiroga, insistiendo en su posterior presencia en la renovación de la literatura de América Latina. También al abrir la posibilidad, explorada luego por otros narradores del área, de pensar el ámbito de la selva como propicio para el cuento gótico latinoamericano. Abundó asimismo en los alcances de la obra de Quiroga en otros escritores reconocidos, por ejemplo en Borges y Onetti, que comparten con Quiroga un distanciamiento de la idea de representación de un color local; también en la mención que como ensayista hace Carlos Fuentes en La nueva novela hispanoamericana, considerando a Quiroga como antecedente ineludible de la renovación narrativa en América Latina. El Dr. Ferro se extendió asimismo en el impacto de su obra al señalar la reivindicación que hacen de él narradores caribeños contemporáneos, como el caso de la escritora cubano-puertorriqueña Mayra Montero.
Respecto ahora de la segunda carencia que se señala al concluir la evaluación de la Prueba Oral, referida al concepto de “entropía”, que según se dice “no se terminó de explicitar”, registramos lo siguiente: por un lado, la definición de entropía expresada por el Dr. Ferro aparece reproducida en el comienzo del mismo dictamen: “Planteó el concepto de ´entropía` como propio de la escritura de Quiroga, un dinamizador que sigue actuando hasta el presente”. Por otro lado, el concepto nodal de entropía, explicado también por el Dr. Ferro como acción residual de intersección de una energía aparentemente dispersa y fuera de sistema, fue retomado en varias oportunidades y claramente integrado e ilustrado en su exposición en relación con el concepto de “lo nuevo”, con la “relación entre vida, literatura y experiencia de los límites” y con la “situación del cuento en la literatura latinoamericana del presente”. Los señalamientos que ya hemos hecho en el dictamen del Jurado, de omisión de reconocimiento de la elaboración intelectual en cada uno de esos puntos, se confirman también en la omisión del valor del concepto de entropía que los atravesó.

d. En relación con lo expuesto es necesario agregar que la clase del Dr. Ferro constituyó un abordaje elaborado, de alto nivel intelectual y original respecto del tema propuesto. Ejemplificó los conceptos vertidos en relación con varios cuentos de Quiroga, de los cuales leyó los fragmentos pertinentes. Desde el punto de vista didáctico, fue claro, dinámico, ordenado, aprovechó el recurso del pizarrón y habló de pie, desplazándose por el ámbito del aula, en un claro gesto de construir su comunicación tanto con los miembros del Jurado como con el público presente.

II. 2. En relación con la instancia de la Prueba Oral de la Dra. Susana Cella, el
dictamen del Jurado nos merece las siguientes objeciones:

a. Se dice que el tema elegido por la Dra. Cella fue Nueva sensibilidad: un mapa de los ´ísmos´. El ultraísmo y la experiencia rioplatense. El creacionismo de Vicente Huidobro. La imagen creacionista y el acto creador.
Luego se dice también en el dictamen que Una primera parte de la clase está destinada a cuestiones generales, tales como la vanguardia, modernidad y nueva sensibilidad, y continúa con aspectos más específicos como el concepto de asimilación y antropofagia. Pasa luego al desarrollo del mapa de los `ismos´. Se refiere a los manifiestos, a la idea de lo nuevo que no es nuevo pero está presente en la vanguardia, no como oposición a lo antiguo sino a lo viejo. Recorre entonces los avatares de lo nuevo. Llega así a Huidobro, después el desarrollo racional de su clase que siguió una línea muy clara hasta llegar a esta instancia. Establece diálogos, cruces, tensiones y confluencias entre los poetas del Ultraismo y del Creacionismo. Responde con precisión y amplitud las preguntas formuladas, resultando particularmente inteligente el concepto de traslado pensado desde lo físico a lo poético (la metáfora como traslado). La clase resultó excelente pues dio cuenta con creces del amplio tema escogido.

Para quienes asistimos a la exposición de la Dra. Cella, el dictamen del Jurado respecto de esa instancia resulta ya no motivo de sorpresa sino de profunda preocupación. En principio, tenemos que señalar que no se dice en el dictamen que el supuesto “desarrollo del mapa de los ´ismos`” consistió en un simple mapeo, es decir, en la mención de cuatro ismos (Estridentismo, Contemporáneos, Diepalismo, Poesía Negrista), en algunos casos sin aludir siquiera a sus figuras más representativas y sin entrar en sus consideraciones más específicas, ni en la variedad y complejidad de los ismos latinoamericanos, con excepción del Ultraísmo y el Creacionismo en los que la postulante se detuvo un poco más. El Jurado tampoco hizo observaciones ni pidió ampliación o mayor precisión en varias oportunidades que merecían un detenimiento, por ejemplo, cuando la Dra. Cella definió lo nuevo “no como oposición a lo antiguo sino a lo viejo”, una definición cuya claridad y operatividad resulta, como mínimo, incierta. Por el contrario, señala esto casi como hallazgo. Tampoco pidió ampliación o mayor precisión conceptual cuando la Dra. Cella definió la poesía vanguardista como “presentiva” y no “representativa” o cuando expreso que el arte de la vanguardia es el arte contra lo sublime, sin aclarar qué categoría de lo sublime estaba utilizando, o cómo se fundamentaba la relación que marcaba entre la imagen surrealista y la imagen expresionista.

b. Por otra parte, y en relación con el tema elegido por la Dra. Cella y su exposición, resultan incomprensibles las consideraciones altamente valorativas del Jurado (respuestas precisas y amplias, conceptos inteligentes, clase excelente) como si no hubiese reparado en que la postulante omitió referirse a la mitad del tema elegido, esto es a “El creacionismo de Vicente Huidobro. La imagen creacionista y el acto creador”. Si bien, en el muy panorámico mapeo sobre la vanguardia latinoamericana que le llevó la mayor parte de la clase, la Dra. Cella habló de Huidobro, de algunas de sus concepciones estéticas y de sus relaciones con otros intelectuales como Borges o Reverdy, en ningún momento definió en qué consistía la “imagen creacionista” , concepto clave en la poética de Vicente Huidobro, ni tampoco se explayó sobre el tema o lo problematizó.
Esta grave omisión no fue señalada por el Jurado ni durante la clase ni en el dictamen y a nuestro entender es grave no sólo en cuanto a su falta de discernimiento de prioridades de contenido en la transmisión de conocimientos de la materia, sino que, desde el punto de vista del nivel académico de un postulante a la titularidad de una cátedra de Literatura Latinoamericana II en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, esa era la zona previsible en la que se podía esperar una propuesta intelectualmente significativa y renovadora y no una mera e insuficiente repetición de lo consabido respecto del tema.

c. Ante las valoraciones del dictamen del Jurado que designan la exposición de la Dra. Cella como “racional” y “excelente” los que asistimos a ella presenciamos una verborrágica acumulación de información muy general sobre las vanguardias, no siempre fácil de seguir, dado que reiteradamente sus frases se interrumpían por la mitad sin ser retomadas luego. En el dictamen, el Jurado omitió marcar estos anacolutos que, en su diversificación y fuga discursiva, provocaban falta de cohesión y coherencia del hilo argumentativo en su vertiginosa exposición

d. Durante su Prueba Oral, la Dra. Susana Cella permaneció sentada, no hizo uso del pizarrón y en su exposición se dirigió exclusivamente al Jurado que, a diferencia de la distancia observada respecto de la clase del Dr. Ferro, tuvo, llamativamente, una participación activa, ya que en varias oportunidades alguno de sus miembros ayudó a la postulante a encontrar la palabra precisa que se esforzaba en buscar. Tampoco señaló el Jurado las confusiones de nombres propios en que la Dra. Cella incurrió durante su clase (por ejemplo, nombró un par de veces a Malraux en lugar de Breton, confusión señalada y subsanada por una intervención del Dr. Noé Jitrik, presente entre el público; se refirió en más de una oportunidad a Casinos Assens en lugar de Cansinos Assens y Juan José Tablada en lugar de José Juan).

Cabe decir ahora que, para los miembros de la cátedra allí presentes, esta exposición de la Dra. Cella , a diferencia de la del Dr. Ferro, no representó un abordaje original sobre el tema, ni un esfuerzo por proponer una mirada diferente sobre el mismo.

Señor Decano, en tanto titular de la Facultad en que se ha llevado a cabo este concurso, nuestra doble condición de docentes e investigadores de la Cátedra de Literatura Latinoamericana II y de miembros de la comunidad académica de la Universidad de Buenos Aires nos mueve a hacerle llegar estas observaciones y también a hacerlas públicas.

Nos preocupa el futuro de la materia, en la medida en que el Jurado se ha pronunciado por el candidato evidentemente menos idóneo para el cargo. Nos preocupa, a la vista de la instancias de las Entrevistas Personales y de las Pruebas Orales, la imprecisión de los conceptos críticos y la falta de reflexión sobre la historia de los estudios en literatura latinoamericana. Nos preocupa que el dictamen sugiera que alcanza con repetir lo conocido, que se sugiera que la investigación es sólo accesoria con respecto al dictado de la clase. Que se sugiera, en fin, que a los alumnos sólo debe enseñárseles lo que pueden leer en cualquier libro.

Nos preocupa la patente ausencia de proyecto para la cátedra en la exposición de la Dra. Cella, porque de alguna manera sugiere también que las opiniones personales de un titular son el modo en que una cátedra debe encarar el dictado de una materia y una investigación. Nos preocupa que la primacía en el Orden de Mérito de la Dra. Cella afirme que el lugar de un titular de cátedra sea imponer su visión de la literatura sobre la del equipo docente, ahogando el disenso y la creatividad intelectual.

En un ámbito más general, en tanto que miembros de la comunidad académica, sentimos que algo constitutivo de nuestra labor ha sido vulnerado al dar el Jurado a la Dra. Cella el primer lugar en el Orden de Mérito. En efecto, la evidente injusticia del dictamen nos desconcierta porque siempre pensamos que los concursos docentes eran un lugar privilegiado en el que nuestras investigaciones, nuestras clases, nuestros estudios, eran evaluados. El dictamen del Concurso de Profesor Titular de la Cátedra de Literatura Latinoamericana II afirma que nos equivocamos. Que es irrelevante la preparación intelectual, la reflexión sobre el trabajo de la cátedra o la trayectoria. Que en el momento en que la Facultad de Filosofía y Letras debe evaluar a sus docentes, la arbitrariedad y los motivos inescrutables, el escamoteo y el subjetivema reemplazan a la exposición razonada y la evaluación ecuánime.

Nos mueve a escribir esta carta la desazón que nos provoca el hecho de que, con este dictamen, la casa de estudios que nos formó, y a la que dedicamos diez, veinte, treinta años de trabajo, nos esté diciendo ahora que tal vez todo eso haya sido en vano.
Saludamos a Usted atentamente

Guillermo Blanck (DNI: 14.951.003)
Ezequiel De Rosso (DNI: 23510447)
María Martta Gigena (DNI: 22.656.135)
Gustavo Lespada (DNI: 18.745.828)
Elsa Noya (DNI: 6.295.115)
Andrea Ostrov (DNI: 13.530.305)
Elena Pérez de Medina (DNI: 4705.926)
Marina Von der Pahlen (DNI: 22.350.780)




c.c.: Departamento de Letras (FFyL-UBA)
Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires


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