Roberto Ferrorferro@filo.uba.ar
¿Qué es la literatura?, una interpelación
Como corresponde a todo texto que pretenda ser reivindicado como folletín, a partir de este capítulo la serie "Exitos,linajes y cánones" incluirá una breve noticia de lo desarrollado anteriormente.
En la entrega del 23 de diciembre se presentó como una tentativa para establecer una diferencia entre escrituras de ratificación y escrituras de suspensión, en tanto que puntos extremos de un continúo que participa de la literatura. El suspenso quedó centrado en ese término “literatura”, de ahí que el comienzo del fragmento que sigue sea una tentativa especulativa provocada por la interpelación de esa pregunta.
Sin desconocer el cúmulo de complicaciones que convoca la pregunta ¿Qué es la literatura?, pero alejado de toda tentación de imaginar que estoy contestando esa cuestión, sino antes bien, a partir de la interpelación de su insistencia abierta, trato de aproximarme a una especificación de lo que con el término literatura nombro en las siguientes líneas.
Literatura más que una referencia a algo concreto o una esencia trascendente, nombra un proceso de prácticas, disposiciones y creencias, atravesadas por un complejo entramado de fuerzas en pugna, que se articulan en forman de alianzas, contradicciones, exclusiones y solapamientos, constituyéndola como un conjunto productivo y cuya historicidad, es decir, su materialidad sociocultural, no se puede negar.
La literatura aparece socialmente configurada a partir de una dinámica de relaciones entre diversos modos de legibilidad y de visibilidad, en gran parte heredados pero en constante mutación y transformación. Con esto retomo la idea de regímenes escópicos de la entrega anterior, esos campos de legibilidad hace socialmente visibles a objetos, sujetos, valores e instituciones que son identificados y/o reconocidos como literarios.
Esa diversidad de modalidades de lectura y los discursos que las teorizan establecen una distinción entre los textos, escritores, poéticas, a los que se hace participan de la literatura de aquellos que quedan ya sea en sus márgenes ya sea formando parte de otros espacios discursivos como la filosofía, la ciencia, la religión, entre otros. Las operaciones que participan de ese deslinde nunca han conseguido como resultado la instauración de un único límite nítido y estable, puesto que junto con las dificultades propias de la distinción, los criterios que las sustentaban han estado sometidos a profundas variaciones históricas. Es por esa razón que las prohibiciones o las incorporaciones a lo largo de las sucesivas épocas se instalan en el presente a partir de formas complejas: a veces como supervivencias naturalizadas, otras como desplazamientos e incorporaciones desde y hacia otros espacios sociales.
La legitimación en el espacio literario argentino está íntimamente vinculada a la heterogeneidad de los focos de construcción de legibilidad, desde los que se van haciendo tangibles las disposiciones y las creencias que legalizan lo literario, ya sean textos, protocolos, poéticas, escritores o instituciones. Esas instancias legitimadoras son muy diversas, a veces el recorte que cada una de ellas impone coincide parcialmente con las de las otras, a veces entra en contradicción y debate. En los distintos focos los criterios varían; por lo tanto, diseñar un mapa aproximado de su configuración supone reflexionar sobre la particular circulación de los textos en ellos y, correlativamente, revisar las variantes que esa indagación tiene en relación con el sistema de periodizaciones y los dispositivos en las instituciones literarias las ubican y legalizan. Es difícil caracterizar la enorme complejidad y variedad de las modalidades de lectura que participan en las prácticas sociales. Aquello que cada época considera literario conforma un régimen de legibilidades específico. Lo que en otros términos significa: prácticas, disposiciones y creencias, entramadas con conjunto de procesos históricos, culturales y epistémicos, arraigados en la relativa estabilidad que le otorgan las instituciones que establecen y legislan las continuidades y las discontinuidades.
En función de esas fuerzas históricas e historiables, a menudo contrapuestas, la legibilidad no forma un todo indiferenciado e inalterable sino que se modifica y transfigura en cada período. A pesar de ello, las transformaciones no suponen la liquidación de los modos anteriores sino su integración en un nuevo campo de relaciones.
Sin la pretensión de una fina exhaustividad, y más bien movido por el trazo grueso del esquema urgente, creo que es posible distinguir cinco focos de legitimación en el espacio literario argentino contemporáneo (me refiero específicamente a un lapso que abarca unos cuarenta años a esta parte), que tienen diferentes incidencias según los casos; el orden en que los enumero no supone un criterio de valor.
Las listas de los más vendidos que semanalmente aparecen en los suplementos culturales, sumada a la presencia de los escritores en entrevistas o reseñas en los diarios de mayor circulación y en revistas de interés general, es un modo de legitimación centrado en los efectos de la actualidad y diseña un campo de legibilidad con un amplio radio y de gran diversidad, pero marcado por la impronta de lo efímero.
La crítica universitaria que circula en las cátedras, en las revistas académicas, en los trabajos de investigación, en los congresos y simposios que reúne a los críticos vinculados a la universidad, es un foco con un radio más restringido con otros valores en juego, con otro ritmo e incidencia; pero también con una permanencia asentada en trabajos de una circulación menos sujeta a los vaivenes cambiantes del presente inmediato.
También hay que considerar como un foco de legitimación las revistas literarias que se diferencian de los dos anteriores por su dinamismo, por la exposición de problemáticas vinculadas a las poéticas en pugna y a un modo de desarrollo de los protocolos de lectura que pone el acento en especificidades del campo literario que tienen una particularidad distintiva.
Asimismo tienen relevancia los premios literarios que otorgan los grupos editoriales generalmente asociados a empresas periodísticas que potencian su difusión. Y en una dimensión que excede el ámbito local, los premios que promueven las editoriales españolas tienen una notable incidencia, en particular desde hace unos quince años. Esto último supone dos aspectos relevantes, ante todo, por la repercusión que alcanzan en los medios europeos y latinoamericanos y, luego, porque son un índice del incremento de la participación de la industria editorial española en la publicación de escritores argentinos.
Finalmente, es de notable importancia para el espacio literario la legitimación de los escritores por los propios escritores, la circulación de los textos en los grupos de contemporáneos, las diversas modalidades de rescate o rechazo de aquellos que constituyen o no el canon tradicional; en definitiva, la legitimación que supone para todo escritor la permanencia de los restos de su poética en la escritura de los otros.
De igual manera que en fragmento anterior, la espera queda tendida hasta el nuevo capítulo.
(Continuará)
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